martes, agosto 21, 2007

A Silvana en su primer año...

Desde siempre formas parte del mundo, nada tendría mucho sentido sin ese toque de frutas esparcidas en el suelo, o las boronas de galleta en todas partes. Que aspecto tan gris y correcto es la falta de una huella de leche en mis hombros, que ocio tan brutal el no tenerte entre mis brazos, o tendiéndote el dedo que te hace falta para sentirte segura y dar paso tras paso hasta alcanzar tu cima. Desde que llegaste soy más fuerte; levanto un kilo más con cada mes que transcurre y transcurre entre la negligencia inocua y la corrección de estilo que a poco van dejando ver la mujer que eres, y qué cosa tan maravillosamente beligerante, tan tercamente dulce y sedienta de camino y agua salada. Nada de este tiempo vale tanto como las mañanas de media luz y sonrisa entera, como tu atención a las cosas adultas y a las pequeñas, como la marca de tus ocho dientes o tus necios rizos. Conocerte es sentirlo todo de una vez, aprender de nuevo acerca del mundo. Mira la orilla que resplandece con una nueva luz, que distinto el aroma del café, la medida de las escalones, el andar de los perros callejeros. Que distinto el vuelo del ave, el anuncio luminoso, el globo que se deshincha con los días y las horas llenas de ti. Y si bien es cierto que festejo tu siesta, anhelo también tus horas diurnas y hosco abrazo, y más días hasta llegar a tu próximo cumpleaños, Vida, mi Vida.
Felicidades por todo…