martes, septiembre 13, 2005

km/memoria

Sueño.
Sueño que sueño, y en el abismo del inconciente viajo distancias fuera de la longitud de la tierra, piso el acelerador a fondo olvidandome de toda la gente que posiblemente me espere. En los discos donde esta señalada la máxima velocidad permitida estan grabados los nombres de todas las mujeres que en vida conocí. Rugir de motores y tufillos etílicos me obligan a cerrar los ojos, y una bola anaranjada nos envuelve a mi y al mundo que, por instante, nos habíamos vuelto uno.
A la mañana siguiente tengo una sensación de cuerpo cortado, los ojos vidriosos y en mi nariz se aloja un olor a carne quemada. Me levanto y descubro que mi peso ha disminuido sobremanera, así que me levanto y camino y siento que voy flotando y me enfrento al espejo y caigo cuenta de que todavía soy yo, y sonrío. Presto lavo mi cara y cubro mi cuerpo y salgo a flotar afuera mientras el aire despeja de mi el olor a humo que aún traigo impregnado.

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