martes, mayo 15, 2007

Aquel que se detiene y busca su eco

Ciertamente escribo para mi, para sacar aquella cosas que me estorban, que me lastiman, que me asquean, que me ayudan, que me fortalecen, que me hacen sonreír, que me hacen pensar, que me hacen yo en mi andar por el mundo, y en un principio no esperaba aliento alguno de parte de ningún lector conocido o por conocer, pero me topé contigo y nos fuímos leyendo. Y ahora te has ido y yo aún escribo…

Y te hecho de menos.

4 comentarios:

Priscila dijo...

Yo siempre he creido que todos y cada uno de nuestros pensamientos y escritos son dirijidos para uno mismo, pero... en el fondo, siempre habrá alguien presente que nos haga recordar la esencia de aquellas palabras.


Saludos!!

Mo dijo...

¿Qué crees tú?
Que se pierde el deseo de escribir porque el día a día te consume...
O que la inspiración se diluye en el mar de una nueva tranquilidad... de la aparente estabilidad.
O que las capacidades que uno creía poseer fueron solo prestadas... solo por algunas noches...

La mente se nubla, las palabras ya no fluyen tan libres como algún día lo hicieron. Y es trágico admitir, que al menos en mi caso, el dolor y la soledad han sido el catalizador más potente en mis escritos..

Trágico... ¿Qué se escribe cuando la vida por fin parece darte una sonrisa?

Inestable el equilibrio, entre detenderse a pensar, analizar y escribir sobre el amor y los buenos días, versus vivir esas experiencias sin detenerse a analizarlas.

Esa es mi encrucijada.

Una abrazo a la distancia
Mo

Anónimo dijo...

Se puede ser más cursi? Chaval, deja de leer a Rimbaud, que lo estás defenestrando con tanto pensamiento de enano.

Anónimo dijo...

Se puede ser más envidioso?
Demuestranos como has revolucionado la literatura. Ni siquiera tu nombre dejas, con eso digo todo, o mejor dicho eso dice mucho de ti, más de lo que crees "anónimo"...