miércoles, junio 07, 2006

de aquellas ocasiones, cuando te descubres a ti mismo anhelando...

Salir a mitad del viento, desnudarse, bañarse en la corriente y dejarse ir, sin temor, sin ánimo de fomento al complejo y con la convicción de que este será el día en que digas “basta”, y comiences a enumerar todas esas cosas por las cuales darías este tiempo que te resta. La mañana despunta vestida de violeta y alma ausente buscándose alma en la plenitud de la tierra, y este lenguaje tramando trabas para hacerse lengua y salir para ir a aquel sitio sin espacio definido pero aguardando su momento para ser uno y único nombrado como el sueño ya distante, pero que fue motor que abriera mis ojos anhelando mirarte; dormías, y yo me sentí incapaz de llamarte, despertarte para enunciarte todas aquellas cosas que me tienen irracional y temperamentalmente estancado, imposibilitado de salir a mitad del viento donde me encuentro desnudo, si, pero lleno de dudas, creciendo en mar tremendista, con la mirada apartada de la cotidianidad y acariciando deseos difusos. Entonces volteo a buscarte, no eres tu aquella que duerme, no eres tu.

Desperté acariciando mi sueño alojado en mi hombro izquierdo.

No hay comentarios.: