viernes, mayo 19, 2006

Sentido de pertenencia -lapso reducto a una perspectiva insomne-

Tengo un cuerpo y un alma plenas, campo fértil para la idiosincrasia, para el chovinismo, para sanear la espera y para esperar eternamente; tengo una casa donde dormir, comer y beber a escondidas, a veces también fumar, pero trato de no hacerlo para evitar contrariedades, es decir, vivo sin más y me dejan vivir sin menos que eso -eso que puede ser una oportunidad para echar a perder mil cosas y volver, comenzar de cero- puedo salir de nuevo a dar un grito o a decir algo inteligente, por que tienes boca para hablar, para hacer callar a los que tengan un vocabulario menos amplio que el mío o una voz menos potente pero quizá más importante; tengo una manera de ver las cosas que difieren en grandes medidas a la manera de la que se place la generalidad en ver, aunque a veces tenga que contentarme con lo poco o lo mucho, o la nada o el ya mero; tengo ansiedad por terminar, necesidad de terminar, miedo de terminar. Tengo miedo... miedo de andar, de dar otro paso sin saber que es lo que hago; tengo miedo de estar necesitado de suspiros de ausencia, de la ansiedad por el colmo, de no ser todo lo que creo, todo lo que espero; tengo miedo de ser lo que la gente quiere que sea; tengo miedo de no hallar camino, de no estar contigo cuando las cosas se tuerzan y no sepa por que, tengo miedo de no poder sublevarme a las taxonomías y tener que rendirme al vasavercomoyoteníarazón de muchas gentes mayores, perdón, pero no puedo decir adultas. Tengo miedo a los juicios, a los prejuicios, a las acusaciones; tengo miedo de no estar ahí cuando la oportunidad se presente. Tengo miedo de ser tan solo un eslabón, una etiqueta, una marca con la patente pendiente; tengo miedo del desatino, de la toma de decisión y todo lo que conlleva; tengo miedo de quedarme y tengo miedo de irme; tengo miedo de ser; tengo... tengo un cuerpo y un alma plenas, ¡y mira! ¡una cabeza!, pienso usarla, despejar todas esas dudas que me constipan la flora intestinal, reducir todas ellas a una sola y tal vez la más apremiante: ¿Qué hago?

¿Qué estoy haciendo?

3 comentarios:

Mirando y Pedaleando dijo...

No sé que haces. No sé ni que hago yo misma. También tengo miedo... Y le temo a la ignorancia; a la idiotez de las mentes vacías, de mi mente vacía. Le tengo miedo a eso más que nada... a no ser más que un cerebro vano y pequeño que se mueve en el interior de mi cabeza mientras rockeo.

Efe dijo...

Caray. muchas veces choco con algún obstaculo, alguna dificultad, algo entre algunos cuyo absurdo o dureza me hace pensar que realmente no podremos saber si es que somos algo más o tan solo esto de ahora. Esta incertidumbre es motivo de aliento y motor de temores basados en la idiosincracia nacional... No quiero quedarme en esto de ahora, en esto de sentarme a escribir por horas, o hacer largos arreglos para la película que me gustaría hacer, y no avanzar mucho.
Y ahora... ahora me dispongo a levantarme y salir, despejar mi cabeza en el camino, deshacer esta idea de agua estancada en mi cabeza, vaciarme para poder llenarme de otras cosas.
Tomo mi miedo y lo llevo conmigo a dar largos paseos.
Algún día, con algo de suerte y mucha pericia, voy a perderle en la vera del camino.

Mo dijo...

Por estos lados también se teme amigo. Yo también suelo sacarlo a dar largos paseos sobre las hojas secas que en este otoño frío y contaminado de Santiago abundan. Lo veo andar tras mis pasos y doblar las esquina a mi lado, a veces incluso me toma del brazo. Es mi compañero más fiel.
A veces creo que espero el día en que se quede sentado en el banco de alguna plaza mientras termino mi cigarro, se quede ahí y yo pueda ponerme de pie y continuar sola...
Pero creo que también me da miedo que eso ocurra. Me da miedo quedarme sin mi miedo, por que sin él, sabría aún menos quien soy yo entonces.

Un abrazo desde Chile.

Mo