viernes, septiembre 22, 2006

El inevitable dejo nostalgico/empático hacia algunas cosas



que nos dejaron algo de ellas para ser nosotros en estos tiempos, como las quemaduras infantiles o los recuerdos de la casa de los padres. Sucede que la nostalgia se presenta como el último paso antes de cerrar la puerta por última vez, y cuando te alejas y aceptas que no quieres irte ya es tarde, ya pasaron esos tiempos y es hora de abrirse a lo nuevo, a lo que esta por venir, lo sé, más me detengo un poco y traigo de vuelta el primer día que puse pie en el departamento de Arturo Valmont, una tarde ociosa y sin más por hacer que entregarse a las eternas discusiones postadolescentes entre compañeros de clase y cerveza. Tarde que fuimos a parar en aquel edificio de aquella unidad cómodamente a una calle de la escuela. El lugar estaba sucio, como suele ser en departamento de solteros y estudiantes para redondear la situación. Pero nos daba cierta sensación de seguridad, aquel segundo piso donde fraguábamos planes, planteábamos ideas y gastábamos algunas tardes libres en ocasiones con sus noches, todos hechos bola dormidos sobre cartones y cubriéndonos con los pocos y polvorientos cobertores que había en el lugar, y Valmont como el anfitrión, aquel que siempre salía a abrir la puerta y ofrecerte su espacio sin esperar nada, de verdad nada, a cambio. Tiempo después y por cuestiones curriculares académicos, empezamos a trabajar en la producción de audiovisuales, lo que nos llevo al esperado taller de televisión cuyo trabajo final era la producción de un spot comercial, un video clip, o un corto en video, opciones de las cuales escogimos la última debido a nuestros particulares intereses que nos hicieron voltear nuestras miradas a una historieta de Ricardo Peláez, llamada “Amapola lindísima Amapola”, que narra una posibilidad del mito urbano que cuenta como una mujer mata a su esposo y lo hace tamales… una delicia, pues. El trabajo de adaptación fue relativamente sencillo, encontrar a quien llevara los roles fue un poco más complicado, pero aún quedaban cosas por resolver referentes al tiempo de realización, y al espacio de producción. Quedaban dos semanas para desarrollar aquel proyecto y el horario del estudio de televisión de la escuela estaba lleno por la cantidad de trabajos a presentar en ambos turnos, así que decidimos salir a locación, necesitábamos un lugar que nos diera la ambientación adecuada y que nos permitiera, por sobre todas las cosas, que pudiéramos manipular el espacio sin incomodar a nadie y que pudiéramos quedarnos el tiempo que necesitáramos, y allá vamos, a hablar con el Valmont, y que dice que si, y pues a limpiar el desmadre que era su departamento, y a trabajar en los detalles que necesitábamos. El corto fue un éxito mediano, nos gano la confianza de Federico Chao –profesor de televisión- y nos encaminó a aquello que haríamos después, lo que no sabíamos era que tomaríamos como base y/o refugio aquel lugar para futuras producciones o resguardo.



Y hubo sexo, drogas, y rock.

Y hubo sexo, mentiras y video.

Y hubo video, mucho video.



Pero sobre todas esas cosas, fue nuestro hogar.

Ahora, que da a poco vamos sacando nuestras cosas, cantidad de memorias me vuelven a la cabeza y quisiera ponerlas todas acá, pero el tiempo no me alcanzaría, por lo solo voy a escribir acerca del ineludible dejo de nostalgia que aquel departamento, Valmont´s factory, cuartel imperdonable, provoca en mi y en aquellos que ahí compartimos nuestro tiempo. Hasta siempre, hogar, fue realmente maravilloso…



8 comentarios:

Mirando y Pedaleando dijo...

Ahhh, qué bonito... :)

Y esa última foto también.

Anónimo dijo...

Preciosa evocación al recuerdo. Cuesta desprenderse de las cosas, dejar atrás lugares que han significado tanto. Yo lo se muy bien, pero cada paso adelante engrandece en la memoria el recuerdo de lo que dejas atrás y sirve por ejemplo para crear post como este.
Enhorabuena por el blog.
Un saludo

Priscila dijo...

Coincido con Laura al decir que cuesta trabajo dejar los recuerdos atras y las cosas que a la mejor nos marcaron de alguna manera. La ultima foto me encanto.

Saludos.

Dark Light dijo...

Podría decirse que soy fan de recordar...

Poder volver a vivir de alguna forma todas esas cosas geniales que nos han pasado...

Mis recuerdos, en su gran mayoría son parte del combustible que uso para vivir...

A mi me encantó la penúltima imagen...

Saludos!!!!!!!

Abi Finch dijo...

Me gusta la primera foto...me gusta me gusta

Ruga dijo...

Hola holilla vecinillo.




Bueno chao.

Efe dijo...

Si, en la memoria se encuentra una parte de aquello que somos y nuestra propia potencia, Paulina, Laura, Priscila, Luz oscura, Abi, gracias por su tiempo y el breve encuentro, hola vecinillo, no sé si te encuentres cerca de este hacinamiento habitacional, pero vivimos en el mismo mundo, eso es suficiente para llamarnos vecinos, Saludos...

Umma1 dijo...

Es que hay lugares donde dejamos pedazos de nosotros mismo, horas de vida que son vida per se.
Pero son como pelajes necesarios de abandonar para ir creciendo.
Hasta que haya una morada que es la suma de todas esas partes y donde, cuando hay ganas, se encuentran retazos de cada uno.

Un enorme abrazo, Efe.