miércoles, enero 18, 2006

Así que abrí la ventana de nuevo, y me lance, otra vez, a buscarte. Solo que esta vez olvide como había hecho la primera ocasión...

Regresé al hospital, mi amigo el doctor estaba contento de volver a verme. Yo tuve mucho tiempo para contemplar el techo largamente y dibujar en sus leves sombras escenas que había contemplado en mi cabeza, en alguna ocasión, en varios sueños perdidos. Para cuando mis huesos hubieron soldado y pude levantarme, el techo mostraba un rostro muy en el estilo de Munch, y una mujer de tacones muy, muy altos parada frente a un perro amenazado por un árbol que había crecido descomunalmente; sobre ese árbol, un hombre se había apostado a mirar por la ventana, un toro más bien tierno también andaba sobre las ramas y un poco más arriba, unas manos como repeliendo la escena entera y mi insistente mirar.
Fueron esas manos las que me empujaron fuera de la habitación, a mi recuperación. Fueron mis piernas dándome una dolorosa bienvenida, y fue el raro azul de los pasillos el que me tenía grabando en mi memoria las horas y el curso del rayo de luz incidiendo en cada barrote de cada ventanal del recinto. Y mi vida como estancada hasta que una mujer me alcanzo en uno de mis paseos por el largo corredor, la mire, ella sonreía debajo de los cabellos que le caían en el rostro.

-“Te amo por lo que eres, y no por lo que serás”- dijo

-… Yo no te amo.

-“Te amo en esta pausa, en esta posibilidad tan infinita”.

-… Así son las posibilidades todas; nunca te fíes de un hombre mirando a la ventana mientras se encuentra anclado a sus muletas.

-“Te amo aquí, en este momento que es mío y tuyo si quisieras”…

Y quise irme, pero cedí; me quede ante la promesa de compañía…

2 comentarios:

Mo dijo...

Si solo fuera por la probabilidades...
Las infinitas combinaciones de sucesos que podrian destruir o construir un sueño en un solo segundo.
Que anhelo mas humano es ese de aferrarse a esa diminuta posibilidad, esa que contradice todos los pronosticos y destruye la rutina...esa infima esperanza que siempre guardamos y mantenemos viva para que vivir no sea mas que un intento con baja probabilidad de dejarnos satisfechos.

Efe dijo...

Esa infima esperanza es, quizá, la posible salida, mi encuentro con aquello tan anhelado. Gracias, Mo, por las palabras, las tomaré como mías, sin olvidar de donde vinieron...